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Los Relatos de Ruben

Extraños a medianoche

Decineto Rubulesco

 

De pronto, los dos nos volvimos extraños, 

nos miramos proscritos, hasta

olimos extraños.




Pronto terminamos,

ambos perdiéndonos de vista,

dando por cierto que todo lo nuestro era

lo bastante raro, sin decirnos, siquiera un adiós.




Más, cuando me di cuenta de ello, el extraño era yo;

con un andar lento, uno, que se desgasta

tristemente con mucho esmero.

 

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** Estructura, diseño y diagramación: Rubula **

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