Extraños a medianoche
De pronto, los dos nos volvimos extraños,
nos miramos proscritos, hasta
olimos extraños.
Pronto terminamos
ambos perdiéndonos de vista
dando por cierto, que todo lo nuestro era
lo bastante raro, sin decirnos, siquiera un adiós.
Más, cuando me di cuenta de ello, el extraño era yo;
con un andar lento, uno, que se desgasta
tristemente con mucho esmero.
-- oo --
** Estructura, diseño y diagramación: Rubula **
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