Entredichos no dichos
Se que tu y yo fuimos algo, quizás una pregunta, un suspiro de una palabra.
Simplemente bastó un instante de flaqueza en el que bajamos la guardia y nos dejamos ir, y lo que fuera la sutileza del deseo, se tornó en el idioma de nuestros silencios ahora convertido en un suero con combustión y mecha.
Pero basta.
Me libero de las cadenas que me atan del afán de estar contigo, más, cómo se lo digo a este corazón que no aprende de olvidos.
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