Blogia
Los Relatos de Ruben

Prosa poética

Chabacana observancia

PicoKoncerto

 

Pues, diría sin ir más, que lo de arpía simplemente le era algo adictivo: con infausto desdén siempre maquinaba un algo chabacano. Su mirada hilaba fino, como escrutando.

 

--- 00 ---

Estructura, diseño y diagramación: Rubula

 



Lobrgo efluvio

 

PikoKoncerto

 

Con grito ahogado ardía en las entrañas de ti una lóbrega fragancia que olías fluyendo de tu interior cuando ésta, dicho efluvio, con elocuencia mordiera tu expresividad.

 

--- 00 ---

Estructura, diseño y programación: Rubula

 


Demencia forjada

 

Pikokoncerto

Es una demencia forjada de una ráfaga de fuego, silencio, y de un aliento maldito pues actúa de lóbrego sostén, adagio de un hito por sí: de sus entrañas ya nació marchito.

 

--- 00 ---

Estructura, diseño y diagramación: Rubula


Vocablo calabera

 

 

Picokoncerto

 

Cuanto esconde en sentimiento una mirada perdida vagando cuesta abajo en la noche, una, que delira y no consigue –trémula, hasta casi a tientas– una voz sin nombre: amaras.

 

-- 00 --

Estructura, diseño y diagramación: Rubula

 


Suplicio desestimado

 

 

Nanokoncerto

 

Mira: cólera es lo que acontece por tus poros, y es cuando gritas.

Te quejas, más tu queja posee un hueco cuyos habitantes son unos famélicos seres donde para ellos, ya nada es igual cual el ardor de un beso o, un ardor, pero, con gracia.

El punto es: me has convertido en un muñeco de trapo, un juguete. Es toda una argucia lo tuyo, más te diré, que en un receso, ésta, viaja sin boleto.

 

-- OO --

Estructura, diseño y diagramación: Rubula

 



¡Déjame en paz!

–¿Acaso vos no os dais cuenta..? –El tono que utilizó era ronco, grave, en tanto se paseaba por la pieza como hablando para sí, gesticulando –¡Conductas..! Malsano sois; gestor de insano dilema, fraguante moldura, ¡forjáis!
De momento todo cambió y la voz se hizo tenue como estando inmerso en un soliloquio, diríase hasta llorisquero, acurrucándose en una esquina de la sala en la que se encontraba.
–Eso. Una expresividad menguada cual un volcán afligido, horas minutos.. ¡estando! –Se levantó y retornó con los ojos exorbitantes y voz ronca, golpeándose la cabeza contra uno de los muros de la pieza mientras pronunciaba–: ¿Qué es lo que de mi buscáis? ¡¡Ohh! Santo inquisidor eréis. Posesa mi alma acongojada; no estoy estando, y si acaso así fuere.. me sois una caminante perezosa.
El cambio de voz se hizo de nuevo notorio, más, en dicha ocasión, se desplomó.

-- 00 --

Estructura, Diseño y Diagramación: Rubula

Soy

 

Soy impunemente tu suspiro concreto, el árbol imperfecto que te ramifica, el sensual cuello que te estabiliza.
Me llevas y me dejo, sin preguntarte adonde pues no hay osadía que no aventure contigo.

Incauto oteo impureo

Era un atardecer hermoso, según recuerdo, donde los últimos rayos de sol delineaban gráciles figuras sobre la superficie del agua cual si fuere un pelo brilloso por efecto del arcoiris en fresca lozanía. El lago, que estaba sobre mi lado derecho, cuando iba trotando a través del camino serpenteante iba adquiriendo lentamente el ropaje de la noche y ya comenzaba a encenderse las luces de las farolas que contorneaban su figura.
Fue el instante que me quedé perplejo con mi equipo de jogging humedecido por la caminata a la que estaba acostumbrado realizar.
De caminar pausado con esa sinuosidad propia de una fémina provocante haciendo girar hasta el menos osado, quedé tieso como una tabla mirando como sin mirar en tanto el tiempo como que se había detenido, lo que gestó en mi un lacerante escrutinio así cual fulgor de una briosa agudeza. 
Conducta innata dominante.
“¿Cuando has de actuar y abordarla?” 
Lo primero que a mi mente me vino ante tal belleza aúrica; la seductividad tal si fuere ansia censurada estaba presente allí, pero, como un volcán en erupción inminente.
“¡Ea! Un tímido. Tu vida esta ahí, ¡afróntala! ¿Qué pasa? El temor oculto.. déjalo caído”
–Maldita sea si es lo que más deseo –Dije en voz alta como repuesta a esa incidiosa voz interna. La mía.
Y es así que no pude evitar esa mirada escudriñadora cual fulgor de una briosa agudeza. Un encuentro pasional se diría de ese instante fue ante el sentir el desliz de un dedo en un muslo captando los poros de otra piel al erizarse, y moverse por si misma o el humedecerse cual si misma miel deslizare en el infiel cual develando lo que el tiempo terminare confirmando. 
Era ella. 
“¿Me estaba tocando o simplemente me rozó?”
–Maldita seas –me respondí; fué más que yo–. ¿No veis por si acaso el esfuerzo insano del galope de mi corazón malsano, ¿es qué no me has de dejar de dar lata? 
Era gustosilla como cerezos y tierna cual frutos incipientes al menos ante mis ojos, más, la dejé pasar. 
Lo ultimo que recordé fue es actitud perenne o afable con los sentidos casi impropios de tal bella damisela, afable, con un oteo dígase abstracto.