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Los Relatos de Ruben

Abass

–¿Usted debe ser George..? –Preguntó el Coronel pero no le dio tiempo a contestar–. Disculpe un momento–. Se giró hacia la señora Jazmine que estaba allí cuando éste arribara–, Amal la acompañara –le tomó de la mano a la anciana que había estado atendiendo con gesto amistoso y mirando a su colega que ya se acercaba concluyó el tema por la que ella estaba ahí, con–: no se preocupe no le va a pasar nada –Luego, se giró hacia el especialista–. Acompáñeme a mi despecho –Le dijo y dio de unos pasos por la estancia que hacía de recibidor colocándose a un costado de la puerta del mismo; hizo un gesto con la mano para que George entrara–. ¿Qué lo trae por aquí? –Mencionó al tiempo que lo invitara a tomar asiento. Se giró sobre sí para posteriormente sentarse frente a éste luego de cerrarla.

–Abass.

 

Tres meses atrás. Bagdad, Irak.

Tom conducía a gran velocidad su humvee desde el aeropuerto Al-Rasheed hacia AlMasbah Plaza Cafe cuando fuera interceptado por dos autos: De él bajaron 4 hombres enmascarados con ak47 y granadas; lo subieron en la parte trasera del segundo vehículo maniatado y lo obligaron a acostarse. Un iraquí le puso el pie sobre su cuerpo.

Figuraba como periodista independiente; estaba por cubrir un incidente producido entre dos asistentes americanos y la policía iraquí. Estaba citado con un un funcionario de la Embajada Americana en Bagdad en anonimato, en el AlMasbah Plaza Cafe y se le hacía tarde.

 

Dos semanas atrás. Al oriente de Al-Anaf, Irak.

–¡Sáquenlo! –Ordenó el yihadista sin dejar de mirar al americano que estaba colgado esposado de pies y manos dentro de la habitación y se puso a un costado sobre el marco de la puerta que comunicaba dicha estancia con el exterior. Sin pronunciar una palabra 2 iraquíes procedieron al mandato del mismo dejando a un costado la videocámara que estaba adosada a un trípode. Lo arrastraron al exterior y lo arrodillaron esposado por detrás. Fue cuando se le acercó, le sacó la capucha que cubría su cabeza y se la tiró para atrás con una mano.

–Por Alá –Dijo mirando al cielo y le pasó una navaja por el cuello para luego patear su cuerpo convulsionado sobre el suelo. Fumo un cigarrillo y se dio media vuelta–: Abdel Samad...

 

Cinco días atrás. Al-Abassiya, Irak

–¿Abass? Preguntó intrigado el coronel iraquí al tiempo que se sentaba.

George lo miró con cara de: "¿No lo conoce Coronel?"

–Bueno, verá durante la caída del muro de Berlín conocí a un alemán del este, se llamaba Fred –Le dijo George–, por ese entonces –acomodó su rayban y encendió un habano cubano–: estaba hecho pedazos; se hacía llamar Bergman, un periodista acreditado en la CNN.

–¿Y que pasó? –Terció el coronel iraquí al tiempo que depositaba dos tazas de té hindú, lo miró, luego, a continuación, y se sentó frente a él. "¿A dónde quiere ir? –pensó para sí –. ¿Por qué me cuenta esto?"

–Los rusos lo querían, pero muerto –Y agregó luego de sorber algo de la infusión–. Fue cuando se nos dío la oportunidad de contratarlo para que fuera un agente de campo aquí en Irak.

–¿Cómo es eso?

–Verá, los rusos lo interceptaron y lo llevaron a un apartamento cerca de Alexanderplatz. –Se rió–. Ya sabíamos dónde lo llevaban por un chivatazo del Mossad –George se levantó y miró por la ventana y se detuvo unos instantes observando el caos que habitaba dentro de esa ciudad bulliciosa–. Otto, un berlinés que antiguamente trabajaba para la Stassi, nos allanó el terreno y pudimos vernos a solas.

–¿Y qué dijo él? –El coronel miró su reloj pulsera. Pensó "esta conversación se está extendiendo y debo ver a Faghira."

–Que los rusos tenían a su esposa de rehén –George se sentó frente al Coronel, que estaba de incógnito en Al-Abassiya. De paisano–. ¿Usted tiene esposa no es cierto? –Me dijo cuando estaba en Berlín.

–¿Por qué me cuenta todo esto? –El coronel se paseaba por la estancia, un local al nordeste de Al-Abassiya, preguntándose a dónde quería llegar ese agente de la CIA que tenía delante de él.

–¿Esta usted al corriente de ese periodista que decapitaron hace 2 semanas atrás al oriente de Al-Anaf? –A lo que agregó a continuación–: el que secuestraron hace tres meses atrás por las postrimerías de Bagdad?

–¿Se refiere al del video dirigido a Occidente y en particular al Presidente de los Estados Unidos? –Y cruzando los dedos de las manos sobre el escritorio acotó–, el americano.

–Si, Tom.

–¿Qué pasa con él?

–Bueno en si, era berlinés. Fred se llamaba, sólo que entró a Irak con ciudadanía Americana y con otro nombre. Estaba infiltrado por nosotros para desbaratar la célula de Abass –Dijo a continuación George, sin bajarle la mirada–. Y usted coronel, respecto a Abass.. – Le lanzó una bocanada de humo hacia su cara–.  Sabía de su paradero.

–¿Cómo puede insinuar algo semejante –Dijo el coronel iraquí levantándose molesto por la afirmación–. Tiene alguna prueba de tal insinuación? –Fue cuando le dijo–: soy el asesor del presidente –He hizo un gesto hacia la puerta para que entrara un subordinado de él –Si me disculpa Anann lo acompañara a la salida –Y con un gesto de la mano le señaló la salida de su despacho.

–Vamos coronel –George se levantó sin inmutarse siquiera; caminó hacia la ventana abierta con los brazos detrás–, los sistemas de inteligencia –Agregó–. ¿no cree que tal vez a llegado el momento de reconocer a uno sin bando como el que represento?

El coronel lo miró. George le mantuvo la vista. El Coronel le hizo un gesto  a su subalterno como diciendo "no es nada puede retirarse." Amann lo hizo. Luego, estando nuevamente solos..

–¿Qué quiere de mi?

–Vamos Coronel, usted ya lo sabe.

El coronel palideció, gesto que a George no le pasó desapercibido por lo que a continuación agregó:

–Fred, bueno Tom, el americano como lo conoce usted, conducía a gran velocidad su humvee desde el aeropuerto Al-Rasheed hacia AlMasbah Plaza Cafe cuando fuera interceptado por dos autos. De él bajaron 4 hombres enmascarados y lo subieron en la parte trasera del segundo maniatado y lo obligaron a acostarse. Un iraquí le puso el pie sobre su cuerpo. ¿Lo sabía?

–No –respondió el coronel iraquí. Mentía. Recordaba cuando ordenara a Abass "Saquen de circulación a ese periodista inquisitivo". George se rió y se le acercó.

–Tom, antiguamente llamado fred –le dijo al oído–, un berlinés, figuraba como periodista independiente, y por cubrir un incidente producido por dos asistentes americanos y la policía iraquí estaba citado con un un funcionario de la Embajada americana en Bagdad en incógnita en el AlMasbah Plaza Cafe y se la hacía tarde.–Respondió éste.

El coronel lo miró, encendió un puro, se recostó sobre el respaldar de su silla y lo miró. Pasaron unos minutos y dijo:

–¿Y?

–Sabía usted que en realidad lo estaba investigando a usted mi coronel –Acotó George a lo que agregó: Mire estas fotos –Y le tiró un sobre con su contenido desperdigado por el escritorio. Al coronel le temblaban las manos.

–Suponiendo que así fuera –acercó su cara a un palmo del especialista–, y conste que no se. ¿En que me beneficiaría con eso? –El coronel tiró su cuerpo hacia atrás recostando su espalda sobre el respaldar y lo miró.

George se rió. Se estiró y asió con una mano un portarretrato que tenía el coronel arriba de su escritorio.

–¿Su esposa? –Pregunto tocando con un dedo el vidrio del retrato–. Bonita –¿No se llamará Faghira por casualidad?

El coronel palideció.

–¿Su esposa sabe? –Insinuó el analista depositando el portaretrato de nuevo en su lugar– ¿Qué dice el Corán respecto el adulterio?

Luego de un momento.

–¿La tienen ustedes, esta bien?

–Coronel –Dijo George– Si usted me dice donde se halla Abass ambos nos benficiariamos –Encendió otro habano.

–¿Cómo?

–No le gustaría representar a los chiítas en el parlamento? –y dijo a continuación George–: Tengo entendido que posee ascendencia chiita. –Ahora era George quien se recostaba sobre el respaldar de su silla–. Mire coronel, mejor aún; si me dice donde está Abass usted podría beneficiarse con ser el presidente de Irak –A lo que agregó–: No soy hombre de faltar un juramento. Y si lo hago lo cumplo.

El coronel pareció meditarlo, luego dijo "¿Me permite?" George le alcanzó la cajetilla de habanos. Lo miró un rato y saboreó uno sin mencionar palabra. Lo escrutaba. Luego, dijo:

–El que busca se encuentra en Tarik, a unos 10 kilómetros al norte por la ruta antigua –Y agregó–: Recuerde yo no se nada ¿entendió?

–Por supuesto coronel, por supuesto –Dijo levantándose y yéndose de su despacho.

 

Tiempo actual . Tarik, Irak.

Un drone sobrevolaba la grandes extensiones del norte de Tarik cuando divisó un vehículo destartalado yendo por una ruta secundaria. Lo siguiente que aconteció fue una gran explosión.

–Objetivo cumplido –Recibió en concordancia la Casa Blanca.


- oo --

** Estructura, diseño y diagramación: Rubula **

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