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Los Relatos de Ruben

Boris

¡Pase! –Ordenó el Teniente Coronel acomodando un fajo de documentos en el escritorio; golpeó la resma de documentos que tenía en dicho momento entre sus manos, lo puso en una carpeta que rezaba “Confidencial”, levantó sus ojos hacia el visitante sin dejar de hacer lo que estaba haciendo–. ¡Rick! –Dijo he hizo una venia cuando vió al visitante sonriendo parado en el marco de la puerta–, disculpe un momento coronel, y miró a su subalterno que estaba en posición de firme a su costado– Retírese Cabo –ordenó– y cierre la puerta.

¿Cómo te tratan éstos burócratas del Pentágono? –Respondió al saludo el Coronel británico respondiendo de igual manera al teniente coronel que tenía delante, y se encaminó hacia donde estaba su escritorio con una mano extendida sin prestar atención al Cabo, que se cuadraba y saludaba a su superior y al visitante. Al quedar solos..

Pues ya lo conoces –Le respondió O’Donnell con una sonrisa de punta a punta; luego de darle la mano le hizo seña para que se sentara– ¿Un café Coronel? –dijo por último ya levantado y con una mano sobre la cafetera que estaba sobre su costado derecho–. Son una caterva de inservibles –Se le acercó con dos tazas de café bien cargado– y cuéntame ¿como te fué el viaje desde Londres? –Y se sentó frente su visitante depositando las tazas sobre una mesita ratona.

El Lockheed se bamboleó bastante sobre todo al sobrevolar Islandia –dijo–. Gracias –Y tendió un brazo para sorber el café y luego de un instante– ¡Uff! ¿Siguen haciéndolos tan mal aquí? –El Coronel hizo un gesto de desagrado–, Discúlpame Marc –Mencionó al Teniente Coronel O’Donnell– Prefiero mi vieja petaca de whisky irlandés –Y sacó una de un bolsillo interior–. ¿Quieres? –Y se la ofreció.

No –Expresó O’Donnell y acomodó su espalda en el respaldar de la butaca–. ¿Qué te trae por acá? –dijo a continuación–. No creo que sea por visitas de amigos, ¿verdad Rick?

Siempre perspicaz –expresó el interpelado visitante tomando un nuevo trago y colocando su petaca dentro de su uniforme; tiró el cuerpo para atrás y una mano tocó su samsonite que descansaba a su costado apoyado a la butaca–. ¿Donovan sigue igual de cascarrabias? –Y se lio un marlboro. Lo miro.

O’Donnell se puso inmediatamente en alerta al escuchar: “Donovan”.

¿Por qué lo preguntas? –Y lo miró–. Si. Te acepto ese irlandés que tienes –Y le hizo seña a la petaca que acababa de guardar.

El General Donovan era su Jefe, Asesor militar del Presidente estadounidense.

Al parecer –respondió el británico–. Tuvo un diálogo interesante con el Primer Ministro –acotó el militar tendiendole la petaca a su amigo americano.

¿Cameron?

El gesto de la cara del Coronel fue de lo más elocuente. El mismo.

No te quería largar –agarró la petaca que había depositado O’Donnell sobre la mesita y la volvió a meter en un bolsillo oculto de su uniforme–, pero al final tranzó –dijo por último y lo volvió a mirar.

Pero que.. –Frase que quedó inconclusa– Vamos nos espera un transbordo aquí en Washington y un submarino en alta mar –Terminó la frase el Coronel.

¡Como..! –O’Donnell se levantó muy rápidamente–. Si –le dijo–. Ahora estás bajo mis órdenes..–Y al verle la cara de incertidumbre agregó–. El General Donovan, tu jefe, firmo tu traslado –El Coronel se rió, mientras se sacudía el uniforme, agarró el maletín y señaló hacia la puerta–. Vamos –Miró al Teniente Coronel–. Tenemos un trabajo que hacer.

¿A donde vamos? –dijo O’Donnell, mirando a su amigo–. Te enteraras en el viaje –recibió como respuesta, a lo que agregó–: no hay tiempo que perder.

 

La situación.

El Lockheed AC-130 británico había llegado a velocidad crucero 20 minutos atrás, y dos Boeing F/A-18 Super Hornet que los acompañaban se despidieron moviendo sus alas a ambos lados a modo de saludo girando hacia la izquierda.

Señor –Mencionó instantes después un Sargento británico al Coronel–. Hemos dejado suelo americano –El Coronel que estaba sentado junto a O’Donnell expresó–: Muy bien Sargento. Retírese.

Este último se cuadró hizo la venia y se volvió por donde había ingresado. Hasta ese momento la conversación entre O’Donnell y el Coronel se había mantenido en un ámbito meramente informal. Cuando quedaron solos..

Tu eres especialista en submarinos rusos –y presionó un botón de un control remoto; imágenes de dos submarinos clase Akula aparecieron en dos monitores desplegados dentro de la aeronave– eres un estratega militar entre otras cosas–. Lo que he de mostrarte es lo acontecido dos semanas atrás en el Mar Negro cerca de Sebastopol– Lo que estas viendo, lo debes saber, es uno ruso clase Yasen de propulsión nuclear saliendo de Crimea– a lo que O’Donnell afirmó agregando al comentario–: si, uno multifuncional de finales de la Guerra Fría, si mal no recuerdo, lo construyeron durante su caída –El Teniente Coronel giró la cabeza hacia el Coronel que lo miraba de forma aprobatoria–. “tenía razón –pensó–, cuando hable con el General Donovan. Es bueno” –Si –Reafirmó el Coronel– un clase Yasen de propulsión nuclear –el Coronel apretó otro botón y vio imágenes nítidas del “Peter the Great” en referencia a Pedro el grande.

¿Qué pasa con él?

Lo hundió la Otan –mencionó el Coronel–, en el marco de tácticas navales que involucraban el Reino Unido, Los Estados Unidos, Italia y Turquía –O’Donnell lo miro y terció–: la operación Tridente, te refieres– El Coronel dejó el Control remoto sobre una silla ratona y la imagen congelada de dicho submarino– Sí –confirmó posteriormente –Pero.. –acotó O’Donnell–. El Coronel se recostó en la butaca, una de las tantas que la aeronave poseía y a la pregunta agregó–: Siempre hay un pero para vos –O’Donnell iba a contestar pero se cayó ante el gesto de su amigo británico–. Los rusos culpan su hundimiento a una acción deliberada por parte del USS Liberty –El Teniente Coronel se sirvió un coñac y acotó–: ¿la fragata misilística americana que se hundió a la salida del Mar de Mármara? –El coronel pulsó el botón de play y el video comenzó de nuevo a partir de donde había quedado–. Efectivamente, pero en realidad fue hundido por un misil ruso. Los Rusos culpan el hundimiento del Peter The Great por una maniobra de los Estados Unidos, y tu gobierno culpa el hundimiento del USS Liberty por una maniobra orquestada a raíz de los acontecimientos en el este de Ucrania; dicho submarino disparó un misil contra el submarino, el ruso según el Pentágono.

¡Aja! –O’Donnell miraba las imágenes del hundimiento de la Fragata–. Pero tú Primer Ministro no habló con mi Presidente por eso–. Mi Presidente no llamó a su Asesor de Defensa por nada –O’Donnell miró a su amigo británico– y tu no dejarías la base de submarinos que hay en Escocia por qué si, ¿no? –El Teniente Coronel encendió un habano cubano y dijo–: ¿se puede fumar en éste cacharro?

Jaja –entonces el coronel escuchó por un auricular adosado a su oreja– Contacto a 1300 subiendo por estribor, a 20 nudos –. miró a O’Donnell y dijo–: bueno aquí nos despedimos –Se levantó y le tendió una mano–. Te esperan abajo –agregó–, un submarino cortesía de Su majestad –Pero, ¿qué tengo que hacer? –terció O’Donnell levantándose a la par que el Coronel –El coronel le tendió la mano y dijo–: Prepárate, esta picado y se abrió una puerta a 12 mil pies de altura; el viento gélido del Mar de Bering aullaba y la lluvia salpicaba por todos lados– El comandante allá abajo te lo ha de decir –Le gritó éste último– Buena suerte –Prácticamente le gritó al oído, pero O’Donell ya no lo escuchaba; caía en picado en medio de una severa tormenta con un paracaídas adosado a su espalda. El Lockheed AC-130 británico apenas fué un punto engullido por las nubes traicioneras del Mar de Bering. Más abajo las grandes olas se hacían aún más grande como una gran boca furiosa y con hambre.



El desenlace.

¿Alguna novedad Sargento? –Mencionó el comandante del submarino y al ver el gesto de negación acotó–: Tráigame una taza de café. –Fue cuando girando sobre sí ordenó–: Mantengan modo silencioso, Boris debe estar cerca.

El USS Enterprise Clase SSBN-X cruzaba silencioso el Mar de Bering. Había sido diseñado expresamente para la Armada americana en sustitución de los Clase Ohio los que habían sido armados con misiles balísticos.

MacDerrit, su comandante, oriundo de Alabama, confiaba en él; sus primeras pruebas en alta mar había demostrado su ductilidad. El sonar barría la costa de Kamchatka a medida que ésta iba apareciendo.

Estaba por dejar el puente cuando:

¿Alguna presencia de Boris? –Mencionó el comandante del submarino, a lo que su primer oficial dijo–: Nadie en la zona –MacDerrit, miró al especialista en comunicaciones y acotó–: –Mantener silencio.

Pasados unos minutos tensos escuchó: –¡Contacto a las 0300! –A lo que se añadió–: Paquete descendiendo; impacto por estribor un kilómetro y medio de nuestra posición y agregó pasados unos minutos:Contacto de radio –Y sin mirar a su superior dijo–: –¡Señor! Nuestro pájaro nos informa que el paquete ha sido lanzado –MacDerrit sin girarse de las pantallas del sonar agregó–: Informe que vamos por él.

Giro: 90 grados a estribor, inclinación: 45 grados subiendo. –Ordenó.

Una lancha rápida un tiempo después recogía a O’Donnell de las aguas gélidas en la que estaba inmerso.

Sonar a las 0200 –A lo que se añadió–: Un Akula clase II. frase seguida de–: Mantener silencio –Por parte de MacDerrit.

Esos submarinos rusos habían sido diseñados tras la caída de la Unión Soviética y eran considerados de lo más silenciosos.

Pasados unos minutos: ¡Señor! Boris nos informa que hemos entrado en aguas territoriales rusas y que si no retrocedemos tienen orden de disparar.

Infórmeles que nos retiramos –mencionó MacDerrit con su voz de barítono–. Que por desperfectos, nos desviamos de nuestro curso. –A lo que agregó–: Saludos del Tío Sam a Boris.

Concluyendo con un–: Giro: 90 grados a estribor, inclinación: 45 grados bajando.

De esa forma y lentamente, el USS Enterprise se iba alejando del oído de Boris que observaba su figura desvanecerse en su sonar.



Más tarde.

Teniente Coronel O’Donnell –Mencionó MacDerrit. Pase. He hizo un gesto invitándolo a entrar a su camarote. 

 

- oo --

** Estructura, diseño y diagramación: Rubula **

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